domingo, 2 de junio de 2013


DE LA SEX A LA SHOP 

Vanessa Ortega.

En la tienda Moulin Rouce, una de las escasas tiendas de sexo que comúnmente llaman  “Sexshop” que existen en Cartagena, era evidente la ausencia de clientes.  Juan Esteban, el administrador de 27 años, con su acento paisa me dio la bienvenida. Al parecer no me recordaba,  yo había ido solo un par de veces con alguna amiga de la cual el quedó flechado.
¿Hola cómo estás? le dije ¿te acuerdas de mí?  Sí, como no me voy a acordar de usted. Pero su mirada me decía lo contrario. –Dime la verdad, no pasa nada si no me recuerdas. Me miró en silencio. Continuó y enfatizó ¡Qué sí me acuerdo de usted! Pero sus ojos intentaban detectar y encajar mi rostro con alguien. Me dijo: Es que vea, aquí viene mucha gente y uno se confunde. No importa, respondí.
¿Qué se le ofrece? -En realidad nada especial- 
Me detengo en el único y pequeño estante lleno de frascos rosa, azul celeste, con llamas ardientes y más. ¿Para qué son? Le pregunté, mientras me inclinaba a verlos. -Pues son lubricantes, retardantes… vea pero siéntese, me dijo.
Mientras tomo asiento, se sorprende y me dice: ¿Usted es la amiga de Margi?
Tenía razón, él no me reconoció sino hasta ese punto. Se ríe y me dice  -Ella me dejó de hablar, me dijo que no la molestara- En realidad no la he visto desde hace mucho tiempo, respondí. Su mirada fue vaga cuando le pregunté porque ella diría algo así. Se sacudió y me dijo, ¿Ella no le ha contado? No, respondí – Bueno entonces esperemos a que le cuente ella-.
Lo cierto es que Margi me había contado, que una vez los dos salieron, el se emborrachó y le armó un escándalo porque ella no accedió a tener relaciones con él. Luego de eso comenzó a llamarla todos los días y  acosarla, desde ahí ella cortó todo trato con el joven paisa.

Después de un silencio engorroso entre los dos y mientas Juan Esteban colocaba en su computador “We have you been” de Rihanna para amenizar el lugar, Continúe mirando lo que estaba exhibido. Las paredes eran de color violeta, el ambiente olía  justo al “sexy Little things Noir” de Victoria Secret.
La zona estaba dividida en dos secciones; en la primera, donde me encontraba, se podían ver los maniquíes que exponían toda clase de  lencería, disfraces y trajes de colores fuertes. El más llamativo era uno de corazones con tiras negras, sin duda, ese serviría para resaltar las zonas más erógenas de la mujer.
Me vuelvo al pequeño estante donde se encentraba toda clase de lubricantes entre esos; fríos, calientes y comestibles; condones de colores, sabores y aromas; aceites, perfumes con feromonas; estrechantes vaginales y dilatadores. Reponiéndonos a la explicación tomó en sus manos un frasco de vidrio con un líquido amarillo pálido, y dijo – Este es para hacer masajes, es un aceite corporal, y es súper excitante. Su tono de voz y mirada cambiaron, eran más insinuantes que cuando me recibió.
No presté atención y  tomé un catálogo que  reposaba sobre el sillón de terciopelo azul, ahí habían más productos, -Puedes encargar lo que quieras- me dice Juan Esteban, quién comenzó a preguntarme, que si alguna vez había tenido sexo fuera de lo común. No, le respondí, o no lo sé ¿Cómo es sexo fuera de lo común? -Con extraños, con varios extraños, con extrañas  ¿Quizás Ganbang? Dijo mientras conjugaba su mirada con una sonrisa en el estante donde colocaba nuevamente el frasco de aceite.

¿Ganbang? Dije extrañada mientras me paseaba por la lencería de encajes. Era la primera vez que escuchaba ese término.  -Sí  ya sabes, mira eso traduce sexo en pandilla, o sea que si has tenido sexo con cinco o más hombres, respondió Juan.  Sobreponiendo una pequeña tanga roja sobre mi jeans le dije.- Creo que no, y reí.
 Juan ama mucho el sexo, dice que ¿acaso a quién no le gusta?, quien diga lo contrario es mentira o tendrá algún problema psicológico,  dice, mientras sonríe y me observa  de pies a cabeza. Me recomienda un disfraz que curiosamente es el de corazones y enfatiza. -Ese le debe quedar muy bien a usted- sonríe y entierra su cabeza nuevamente en el estante para simular organizar  pequeños frascos en la  vitrina.
Juan se acerca a mí y comienza a mostrarme más lencería, hasta que pierde su compostura de asesor y se suelta a contar el día que una de sus novias se le disfrazó de enfermera. Para él eso fue lo mejor, más que excitante. Parce me monté en la película, decía. Me sentía grabando porno.  Su primera vez fue a los 18 años. Tarde, -me dijo- porque él tenía amigos que desde los 13 años ya habían experimentado eso tan rico. Entonces mi primera vez fue con una pelada mayor, toda una experta. Yo me enamoré de ella, pero imagínese yo todo un culicagado, esa vieja se abrió. Desde ahí empecé una vida sexual muy activa
El paisa respiró profundo perdiendo su voz en el vacío. Se repuso y siguió ¿tú te consideras adicta al sexo? Sin dejarme ni siquiera responder el continuó: Yo sí me considero adicto,  es que luego de que la pelada mayor me dejará yo  quedé como sediento o mejor dicho todo alborotado y hasta ahora yo podría tener sexo hasta tres veces por día,  he contado con suerte y lo he hecho; es muy delicioso.
Se detiene y vuelve al computador a colocar otra canción anglo. Yo aprovecho para preguntarle por la novia. Dice que desde hace dos meses no tiene, pero eso no es impedimento para no tener sexo. A las mujeres costeñas no se les puede  ir sometiendo de una a todos los juguetes y variaciones del sexo, eso es lo malo, porque son aunque no parezcan muy recatadas. Creen que si utilizan ciertas cosas, -por ejemplo esto y me señaló una brasilera plateada con apliques y plumas-  ya son perras o algo por el estilo. Por eso yo las voy preparando, eso es despacio hasta que uno las convence de que eso no tiene nada de malo. Poniéndote el caso de mi “ex”, ella era muy tímida y tenía que saberla llevar. Algunas piensan que soy morboso, pero en realidad no, es que no hay nada de malo experimentar más allá de lo que se sabe. Es más,  mi “ex” ahora viene a la tienda a comprar sus cositas, después de que era toda penosa. Dice.
 ¿Y cómo las convences? Es que bueno uno les habla, y les dice que no es bueno la monotonía y cuando ven el kit a muchas les da curiosidad ¿El Kit?  - Sí, yo tengo un kit en mi casa que tiene  un poco de cada cosa, dilatadores, multiorgasmicos y lubricantes es que le confieso, lo que más me gusta es el sexo anal y lo que más me excita es ver y oír gemir de placer a una mujer, por lo que implemento consoladores.
 Juan me invita hacia un  pasillo mantelado con velos dorados y rojos que nos condujo a un salón con toda clase de juegos sadomasoquistas. Era ver lo que  E. L. James describe en su trilogía Cincuenta Sombras de Gray, como el Salón Rojo. Esposas, mordazas, látigos, suspensiones, vibradores desde los más pequeños a los más grandes; de vidrio, de fibras, de plástico,  en fin, todo un mundo de productos  lujuriosos. El salón rojo  tenía vitrinas de pared donde bajo llave, se encontraban juegos sexuales como, cartas, dados, películas, chocolate caliente, inflables, anillos vibradores y hasta un clonador de pene.
 Se detiene y me muestra un estuche metalizado. Mi kit casero es algo parecido a esto, aunque el mío, contiene juegos también, dice. Dentro de él, alcance a ver vibradores, aceites, retardantes, lubricantes fríos y  dilatadores. ¿Ese kit lo llevas a todas partes? -No, solo ando con esto. Juan me muestra un manojo de llaves, y me pregunta ¿Qué crees que es?  Y de inmediato él mismo responde, mira es un vibrador de lo más pequeño y ¿te doy un dato? Entre más pequeño más placentero.
El sitio de atrás era más sorprendente, era tener toda la utilería de una película porno. Sin duda la ilusión que  todo masculino querría experimentar en una mujer. Juan montó esa tienda con la idea de que los cartageneros se  abrieran al sexo y disfrutaran más. Cuando él llegó a Cartagena pidiéndole trabajo a uno de sus primos que trabaja en una empresa aduanera, esté le propuso que montaran un negocio  y como resultado dio luz a Moulin Rouce. Dice: Es que en Medellín estas tiendas son normales sumado a que a nosotros nos gusta pues el sexo…Ahh parce este era el negocio ideal. Nos ha ido bien, yo aprendo más porque me toca ver cómo funciona cada artefacto o producto pa´ poder enseñarles a los clientes.

Él se concentra asumiendo su posición profesional de ver cuidadosamente las películas, para asegurarse de que no estén averiadas. También uno que otro día  por las noches invita a alguna amiga a que lo ayude a probar ciertas cosas, como por ejemplo los consoladores DP – doble penetración- . Dice que estando allí él se controla, los que no, son los clientes que llegan a comprar. Una vez, cuenta, una extranjera me pidió que le mostrara un consolador  y mientras me distraje, la joven se masturbo gimiendo a tal punto, que los clientes que estaban en la parte delantera se sorprendieron. Los productos que más se venden son los dilatadores y quienes más lo compran son las parejas homosexuales. Lo cierto es que estoy contento, dice, el sexo es mi vida y que más que trabajar en lo que a uno le gusta. 

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